jueves. 25.04.2024

Ningún gobierno es capaz de sustentarse sin ingresos, sin embargo, esta idea siempre provoca un gran revuelo en la ciudadanía.

Como estamos plenamente convencidos de que la Nación y la gestión autonómica pueden coexistir con éxito, hemos retomado el asunto que más nos aleja del consenso: la financiación de las autonomías. Un tema que, siendo uno de los más importantes del  presente y futuro de la política nacional, ha quedado soterrado durante los años de la crisis.

La conferencia de Presidentes recientemente celebrada, no se reunía desde Octubre de 2012 y en aquella ocasión no podía hablarse de otra cosa que no fuera la reducción del déficit público y las medidas de austeridad. La situación hoy se ve distinta y las CCAA reclaman autonomía fiscal y armonía en la recaudación, cada uno desde su óptica y mejor interpretación.

Rajoy tuvo que recordar en su intervención ante los Presidentes autonómicos que estamos lejos de los niveles de ingresos anteriores a la crisis. En el año 2016 hemos ingresado 20.000 millones de euros menos que en el año 2007 y esta caída de la recaudación va acompañada de un incremento de 40.000 millones  de gasto en pensiones  del 2016 respecto al mismo año 2007.

Todos están de acuerdo en que los principios generales del futuro modelo deben ser la equidad, suficiencia, solidaridad y transparencia. La tarea no es fácil teniendo en cuenta que los modelos de financiación se han ido gestando con más negociación política que con base técnica, que nunca ha habido negociaciones multilaterales y que únicamente se limitan a servicios públicos esenciales. De momento, ya nos fallan varios principios. No sé si sería mejor ir cumpliéndolos poco a poco. Si fuera así y hubiera que elegir uno, me quedaría con la transparencia. Creo que ningún ciudadano sabe cuál es la proporción que existe entre el esfuerzo fiscal y el coste de un servicio. Por educación, o más bien por su ausencia, tendemos a pensar que aportamos mucho más de lo que  recibimos, de ahí que todas las autonomías negocien desde la intransigencia: todas quieren corregir el reparto desigual que les perjudica.

No digo que el resto de principios quedarían solucionados pero, resuelta la transparencia, todo sería mucho más sencillo. Habría que tener claro que un modelo de financiación no se cambia con cada cambio de gobierno porque convertimos el trabajo en un problema sin solución. Como dijo Benedetti, cuando sabíamos todas las respuestas, nos han cambiado todas las preguntas.  Sería bueno que nuestros Presidentes decidieran qué servicios necesitamos cubrir, con qué ingresos los queremos financiar y qué estructura de gobierno queremos que lo asuma. Esa sería la base de la negociación. Y por último, no olvidar nunca que la fiscalidad tiene una doble misión ya que más allá de mantener el Estado de Bienestar debe ser capaz de incentivar el mercado de trabajo.

Ningún gobierno es capaz de sustentarse sin ingresos, sin embargo, esta idea siempre...